Con este nombre se conocen en Nalda un importante y espectacular conjunto de cuevas excavadas en la roca. Presentan una compleja trama planimétrica, en la que existen varios niveles unidos mediante escaleras. Son varias las decenas de metros de recorrido por su interior. Se encuentran casi en su totalidad horadadas por multitud de hornacinas semicirculares en ambos lados de los pasillos y las estancias.
Existen tramos en los que las hornacinas se encuentran sin realizar al completo, y sólo presentan el trazado de las mismas grabado en las paredes. Algunos tramos se encuentran hundidos, y parece que alguna sección ha desaparecido por completo al derrumbarse parte del cortado en el que se encuentran excavadas. La ladera en la que se encuentran excavadas está orientada al suroeste.
Se trata del mayor conjunto de cuevas del valle del Iregua, presentando un frente de unos 75 m de longitud. Aunque para algunos autores se trata de antiguos eremitorios, todo parece indicar que tras su uso como viviendas en época medieval, su último uso y el aspecto actual con múltiples hornacinas en sus paredes, responde al nombre que aquí reciben: estarían destinadas a la nidificación y cría de palomas.