Lugar de trabajo en antaño, punto de reunión de las mujeres de Islallana que cargadas con sus baldes y su jabón, se acercaban a este lugar a lavar la ropa. Hoy en día se ha reformado convirtiendo este lugar en un paraje bucólico, que invita al paseo y el recogimiento, disfrutando de la tranquilidad del entorno y su paisaje.
En aquellos momentos, el lavadero no contaba con el banco de piedra, el jardín, ni la fuente, pensados ahora para la decoración. Pero aún así, el objetivo de la reforma ha sido mantener prácticamente en su totalidad la apariencia que este lugar ha tenido durante años y que tantos recuerdos les suscita a los vecinos de esta pequeña aldea. Por ello, cualquier persona que se acerque podrá observar como aún siguen existiendo las dos barras de hierro que van de lado a lado de las paredes del lavadero, donde antaño se tendían las ropas ya limpias a escurrir para continuar con la tarea.
El lavadero será recordado por los más mayores como un rincón de tareas y por los más jóvenes como un punto de encuentro y tranquilidad. Estas razones, junto con la realidad de ser de los pocos parajes antiguos que el pueblo conserva, hacen de este lavadero un lugar digno de visitar.
El Lavadero de Islallana se convierte en un rincón acogedor por Sara Sáenz Rico